CARTA DE UNA MADRE A LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA
“Mamá, parece que no ha pasado nada”, fueron las palabras de mi hija ante la inacción de su centro educativo tras haber sufrido una agresión sexual por parte de un compañero de aula, ambos de 13 años de edad, sintiéndose desprotegida, ignorada y decepcionada. La agresión consistió en tocamientos y humillaciones. Sucedió en un municipio de la provincia de Sevilla en horario extraescolar durante el transcurso de una actividad de grupo. Dicho grupo fue configurado por una de sus profesoras sin tener en cuenta las afinidades del alumnado.
El centro educativo, tras consulta al Servicio de Inspección, determina no activar protocolo de actuación ante agresión sexual por haber sucedido fuera del centro y no existir pruebas que confirmen lo sucedido. Por esto, me informan de que solo podían tomar medidas cautelares, consistiendo las mismas en: alejar físicamente a mi hija de su agresor, ubicándola al final del aula, apartar a su agresor del grupo de trabajo y observar del estado anímico de mi hija en el aula. Así mismo, el director del centro educativo me sugiere que denuncie los hechos, actuación que no llevé a cabo ya que no tendría recorrido penal por tratarse de un menor de 14 años, además, mi hija no se encontraba psicológicamente estable para soportar un procedimiento judicial.
Como familia no recibimos feedback por parte del centro, debiendo iniciar y mantener nosotros la comunicación a través de instancia registrada, llamada telefónica al orientador del centro y plataforma iPasen. De igual forma procedimos con el Servicio de Inspección Educativa, solicitando a ambos que se iniciara protocolo de actuación y se considerara la credibilidad de lo sucedido, por dos razones fundamentalmente:
La primera que, aunque la agresión sucediera fuera del centro deriva de él, ya que ocurrió en el marco de una actividad educativa determinada por una profesora, en el contexto de un proceso de enseñanza-aprendizaje, que implica a dos compañeros de la misma aula que conviven 6 horas diarias.
La segunda, se basaron en interpretaciones subjetivas al afirmar que no había pruebas o evidencias de lo sucedido, no verificando la no existencia de las mismas, ya que no preguntaron ni a mi hija ni a los testigos.
Mi hija sufrió enormemente en el transcurso de los dos últimos meses de curso, debiendo soportar la presencia de su agresor en el aula. Continuamente tuvimos que recogerla del centro con ansiedad, dolor de barriga, dolor de cabeza, presión en el pecho, etc. El informe médico determina “trastorno relacionado con ansiedad y depresión”.
Actualmente se encuentra en tratamiento psicológico en la USMI (Unidad de Salud Mental Infantil) y en ADIMA (Asociación andaluza para la defensa de la infancia y prevención del maltrato).
Tras dos meses de insistencia, y a tan solo dos semanas de la finalización del curso, el centro determinó abrir protocolo de actuación, a día de hoy no conocemos las conclusiones o decisiones adoptadas.
Después de todo lo sucedido me cuestiono si realmente somos conscientes de la gran transcendencia que tiene el proceso de socialización y la atmósfera cultural en la que se vive para una formación y construcción personal sana y equilibrada y, por supuesto, en la formación de una ciudadanía con valores basados en el respeto, la igualdad, la tolerancia, la solidaridad y, en definitiva, valores que fomenten una sociedad próspera y sostenible.
¿Qué ha aprendido mi hija con lo sucedido? que puede ser agredida sin que nada pase.
¿Qué ha aprendido el agresor? que puede agredir sin que nada pase.
El centro educativo junto a la familia conforma uno de los principales agentes de socialización. Es cierto que se muestra una mayor toma de conciencia respecto a la necesidad de educar en la igualdad, pero tras lo sucedido debo concluir que todavía queda mucho camino por recorrer y que se sigue favoreciendo la construcción de una identidad personal basada en la debilidad de la mujer y en el permiso para ejercer la violencia por parte del hombre.
¿Realmente la denuncia a la Guardia Civil es la única alternativa? Es una de las medidas, pero me resisto a considerarla como la única alternativa. Creo que es urgente la toma de conciencia, la implicación y la formación del profesorado en la identificación y actuación para la prevención de la violencia machista y la promoción de la igualdad.
La violencia no puede campar a sus anchas. No se puede permitir que una alumna de un centro educativo se sienta desprotegida en él y mucho menos decepcionada, observando que solo a ella le ha afectado lo ocurrido, que no se toman medidas y que nadie la acoge o apoya.
Dejo a mi hija todos los días en el centro educativo, y debería quedarme tranquila ya que la dejo en un espacio de educación y protección, sin embargo, la realidad es que la dejo en un sistema que muestra una absoluta falta de sensibilidad y conocimiento sobre las consecuencias que estos acontecimientos pueden tener en la vida de una persona, una alumna, su alumna, una niña con la que trabajan a diario y le da igual su pena, su desconcierto o su enfado. Ante una agresión la víctima debe callar, conformarse y aguantarse porque, al parecer, los derechos del agresor son más importantes; y todo ello respaldado por una inspección educativa, temerosa de que se descubra que en los centros educativos suceden estas cosas y no se sabe o no se quiere tomar medidas; como si el silencio y la falta de actuación fueran a mitigar el miedo de mi niña y la impotencia de mi familia.
En un municipio de la provincia de Sevilla, a 27 de julio de 2022
Fdo: Madre de una alumna
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Te apoyo en mi totalidad, sé lo q es eso y por ello me identifico. Creo q estos niñ@s que tratan a los demás de esta manera son fruto de una mala educación por parte d sus padres, aunque en algunos casos es propio de la maldad de esas personas dando igual la edad que tengan con un perfil totalmente narcisista. Aún así los profesores tienen q estar más atentos, ya que cuando las madres y padres dejamos a nuestros hij@s en el colegio, instituto ect…su deber además de la enseñanza es velar por la integridad física o mental de sus alumn@s, al igual q los padres cuando los hij@s están en casa. Así que desde estas líneas mi infinito apoyo a toda la familia. Un abrazo!!
P.D. Voy a añadir algo que he pasado por alto, y es que hay veces que los padres son peores que los hijos.