Cuando estaba en el colegio me insultaban, me despreciaban, no me querían y yo no sabía el por qué, era un crio…

7 de abril de 2024

CARTA DE UN LECTOR

Buenos días, mi nombre es Víctor.

En primer lugar, daros las gracias por contestar, pensé que no habría manera de contactar con ustedes después de varios intentos.

Soy de un pequeño pueblo al norte de la provincia de Cáceres, me queda poco para cumplir los 34 años y esta pasada mañana, cuando vi la publicación de Claudia en El Mundo, empecé a investigar un poco sobre lo que leí, hasta que di con ustedes, ni si quiera conozco Cataluña, ni dispongo de medios para ir ahora mismo hasta allí pero, como les dije, estoy a su disposición. No sé por dónde empezar a contarles mi historia, son muchos años de calvario…

Nací en el seno de una familia humilde y sencilla “de pueblo”, fui un niño muy querido y deseado, mi padre trabajaba y mi madre, ama de casa.En ocasiones fui objeto de envidias porque en algunos aspectos despuntaba y eso no gustaba, me quisieron hacer pequeñito, por aquel entonces era tan pequeño que ni siquiera era consciente de lo que significa ser homosexual y más en un pueblo pero pronto, casi todos empezaron a cebarse conmigo burlándose de mí, aprovechando todas mis debilidades y cuando digo casi todos es porque en aquel momento, fueron “amigos”, “familiares”. Para entender todo esto hay que remontarse a los años 90.

Cuando estaba en el colegio me insultaban, me despreciaban, no me querían y yo no sabía el por qué, era un crio, como ya dije, familiares, amigos de mis padres, conocidos, más de medio pueblo, algunos de los cuales eran casados y muy homófobos, que al final resultó que a algunos de ellos también les iba el tema de tener relaciones con hombres, por delante y con la gente me criticaban como los que más y después me escribían con la intención de tener sexo conmigo. Terminé aislándome, quizá era una forma de autoprotegerme y de estar a gusto sin que nadie me hiciese daño.

Pasó el tiempo y la mayoría de los niños y niñas nos fuimos a otro colegio, el de un pueblo de al lado, pues el nivel era más alto y debíamos estar mejor preparados para ir al instituto además, había más niños pero, allí fueron muy crueles conmigo y me lo hicieron pasar muy mal. Recuerdo cómo me decían maricón y además, con un odio y una inquina que no lograba entender, yo ni siquiera sabía aún qué era eso. Los maestros poco hicieron, es más, mis padres en una reunión se quejaron y un maestro les dijo que debía aprender a defenderme y a no ser tan blando pero, era el más nuevo y casi todos estaban contra mí, me sentía aún más solo. Al cabo de un tiempo, los “mayores”, quienes más se metían conmigo, se fueron al instituto y tuve una tregua, fui feliz por un tiempo…

Pero llegó el instituto con lo mejor de cada casa. Yo ya me había vuelto muy introvertido y junto a la edad del pavo… solo quería estudiar y llegar a casa, temía el autobús escolar, veníamos de varios pueblos diferentes y el bullying seguía, no cesaba, en 3º de la E.S.O. mi rendimiento escolar bajó muchísimo, la depresión me apretó fuerte, siempre había sacado buenas notas, al final no pude más, quise hablar con el orientador del instituto y finalmente empecé con el psicólogo. Un día decidí no ir al instituto y me perdí por el campo, no quería seguir adelante, quería desaparecer, todo el pueblo se puso a buscarme hasta en los pozos, me consta que le pidieron perdón a mis padres. Dejé el instituto, en esa época me volví rebelde y quise vivir, no aguataba más todo lo que me recordaba al instituto y comencé a ir a Madrid a Chueca para estar con gente como yo, allí me sentía como en casa y bueno, también coincidió en que empecé a trabajar pero, ya era tarde, los sentimientos de tristeza, soledad, vacío y angustia ya me habían causado bastante daño.

En el 2009 intenté suicidarme y me diagnosticaron trastorno límite de la personalidad (TLP). Ingresé en el hospital varias veces y aún he seguido siendo ingresado voluntariamente pues las secuelas de todo aquello siguen en mí después de tantos años. Tengo fobia social entre otras secuelas propias de la enfermedad que se generó en mí, actualmente estoy en tratamiento psicológico y tomo unas 10 pastillas diarias, han pasado muchos años pero la herida está ahí, tengo una discapacidad del 33% pero sigo luchando y es por eso por lo que hago esto, es la primera vez que lo hago, el escribir sobre mi vida, se me quedarán muchas cosas en el tintero, pueden preguntarme sobre cualquier asunto y mientras tenga respuesta, se la daré con la finalidad de ayudarles.

Siempre he intentado ayudar a los demás y portarme bien con todo el mundo, he sido muy ingenuo y también de eso se han aprovechado.

Ya saben que no están solos, a veces las cosas pasan y no sabemos por qué. No sé si mejoraré con el tiempo o empeoraré pero ya saben mi historia y espero poder haber ayudado a alguien contándola.

Espero que podamos seguir luchando para que algún día esto deje de existir.

Les envío un fuerte abrazo.

Víctor.

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