(2000-2002) en un (Instituto anónimo)
Escribo esta carta para hacer público que fui una víctima de acoso escolar, más
conocido como bullying, durante los dos años que cursé el Bachillerato (promoción de Barcelona).
No es fácil, para mí, publicar mi testimonio, después de casi 25 años, pero hay un
motivo principal y esencial por el cual lo he hecho y es la muerte de Kira López López,
con cuyo padre me une una relación de amistad, y que cuando me enteré de que ella
se había suicidado, a causa del acoso escolar que sufría, en mi interior, volví a
recordar y a revivir todo lo que sufrí durante el Bachillerato en el (Instituto – LOPD): la
angustia, el dolor y el miedo de no ir a clase por culpa de unas compañeras que me
acosaron duramente, durante dos años. Ellas me maltrataban, a mí, a un chico de
16/17 años, que no me metía con nadie y que solo iba al instituto a estudiar para
prepararme la Selectividad y poder acceder a la universidad. Yo siempre me hacía la
misma pregunta: ¿Por qué se encarnizan contra mí? ¿Qué he hecho yo para merecer
este escarnio, estas burlas y este maltrato psicológico, por parte de mis compañeras?
¿Sólo porque tartamudeaba, estudiaba y me veían débil?
Por la memoria de Jokin Cebeiro Laboa (1989-2004) y de Kira López López (2006-
2021) que se suicidaron por el acoso escolar que sufrían y por el resto de víctimas,
como las gemelas de Sallent (Barcelona), he decidido hacer público mi testimonio, ya
que yo también sufrí bullying y estuve a punto de quitarme la vida para poner fin a la
situación que estaba sufriendo y que al final no lo hice para que no hubiera otras
víctimas colaterales como eran mis padres y mi hermano. No podía permitir destrozar
a una familia con mi suicidio.
Lamentablemente, a día de hoy, todavía necesito ayuda psicológica y psiquiátrica para
sobrellevarlo, porque me vienen esos recuerdos del pasado y esto me afecta en mi día
a día, sobre todo, a la hora de relacionarme y de sociabilizar con otras personas y a la
hora de dormir: empiezo a sentir la ansiedad y la angustia anticipatoria de que la gente
se va a meter conmigo y esto me afecta a nivel emocional, por lo cual evito ciertas
situaciones y me aíslo socialmente. Asimismo, aún sufro de pesadillas de que todavía
estoy en una clase del (Instituto – LOPD).
Es una lesión psicológica que llevo sufriendo desde que empecé a estudiar el
Bachillerato y que, a día de hoy, todavía arrastro. De hecho, uno de los motivos por los
cuales me concedieron la discapacidad superior al 33% fue el acoso escolar que sufrí,
por aquel entonces.
¿Cuándo empezó el acoso por parte de mis compañeras? Al poco de empezar 1º de
Bachillerato, en septiembre del año 2000, ya que era nuevo en el instituto y, en clase,
era una persona tímida, reservada y padecía de tartamudez. Esto último ya fue un
caldo de cultivo para ser el blanco de las burlas y del señalamiento y linchamiento, en
clase. También por la tartamudez, me concedieron la discapacidad superior al 33% y
gracias a la Fundación Española de la Tartamudez, encontré a personas que habían
vivido situaciones similares a la mía. En la Fundación, encontré un apoyo.
quisiésemos. Lamentablemente, el mencionado profesor, (el profesor de Lengua
Catalana – LOPD), jamás salió en mi defensa cuando era perfectamente consciente de
Las compañeras que me hicieron bullying fueron (Chica 1 – LOPD). Ella fue la principal
agresora y la que me sometió a un continuo maltrato emocional y psicológico, durante
dos años. Ella disfrutaba, se reía y se regocijaba viéndome sufrir y acosándome
psicológicamente. Cuanto yo más sufría y estaba angustiado, ella más me humillaba y
se reía de mí. ¿Qué felicidad y qué satisfacción le proporcionaba a (Chica 1 – LOPD)
verme sufrir de esa manera? Eso no es de ser una buena persona.
Cada vez que yo tenía que hablar delante de toda la clase o hacer alguna exposición,
de alguna manera u otra, siempre intentaba humillarme y cuando tenía la necesidad,
se burlada delante de mí imitando mi tartamudez.
Ella, una vez, hizo una caricatura mía en un papel y lo colgó en la pared de clase. Con
frecuencia, me dejaba los chicles que ella masticaba envueltos en un trozo de papel
encima de mi mesa. Cada vez que yo hablaba con algún/alguna compañero/a siempre
aprovechaba la ocasión para meterse conmigo y ridiculizarme.
En clase de Lengua y Literatura Catalana, cuando el alumnado tenía que hacer
exposiciones en público y llegaba el momento en que los compañeros hiciesen
preguntas, (Chica 1 – LOPD) siempre me hacía preguntas comprometidas para
hacerme quedar mal delante de toda la clase o cuando tuve que exponer un texto de
la escritora Mercè Rodoreda, empezó a quejarse de que por qué yo tenía que exponer
ese texto, cuando el profesor fue quien nos dio libertad para escoger el texto que
Catalana – LOPD) no enseñaba la gramática catalana ni cómo había que redactar un
texto. Todo lo daba por hecho y que nos teníamos que espabilar. No salí con un buen
nivel de catalán, pero lo pude alcanzar años después, en el Consorci.
En octubre del año 2001, en casa de una compañera de clase, en un juego donde
dijo como pista “Es (mi nombre)” y la respuesta era gangoso. (Chica 1 – LOPD) me llamó gangoso delante de
todas las personas que estábamos en la mesa y nadie de los ahí presentes me
defendió. Han pasado 24 años y todavía revivo esa experiencia como si fuese ayer.
Dos amigas de (Chica 1 – LOPD) también fueron cómplices y participaron de las
LOPD). Además, las tres se sentaban juntas en clase. Entre las tres, siempre me
juzgaban por mi forma de hablar (tartamudez), por mi cabello (lo llevaba largo), porque
era un buen estudiante, por las aportaciones que hacía en clase, … El objetivo era
desprestigiarme, injuriarme, ofenderme e insultarme.
Asimismo, continuamente, interrumpían el buen funcionamiento de las clases con sus
provocaciones y hostigamientos hacia el profesorado. No tenían motivación para
estudiar ni permitían que los demás estudiasen. Por este motivo, al final del
Bachillerato, (Chica 2 y Chica 3 – LOPD) tuvieron que repetir curso.
que estaba siendo víctima de un acoso. Él como una persona adulta y yo, como un
mejor de edad, tendría que haber parado esa situación. Por otro lado, tuve que
apuntarme al Consorci de Normalització Lingüística para obtener el nivel C1 y C2 de
Catalán, ya que en clase, durante los dos años de Bachillerato, (el profesor de Lengua
teníamos que adivinar la palabra oculta, (Chica 1 – LOPD) humillaciones y del maltrato que he expuesto anteriormente: (Chica 2 y Chica 3 –
(Chica 2 – LOPD), actualmente, es profesora de un Instituto-Escuela donde resido.
Cada vez que la veo en mi barrio, en mi entorno, donde yo he crecido con mi familia,
me pregunto a mí mismo que cómo es posible que una persona, como ella, que me
hizo acoso escolar y que me hizo sentir tan mal, pueda dedicarse a la docencia y a
tener a su cargo a menores de edad. ¿Continuará riéndose y mofándose de los
estudiantes que tengan algún defecto o que padezcan, como yo, tartamudez? ¿Habrá
hablado a sus alumnos de lo que es el acoso escolar y que ella participó en el mío?
leyera este testimonio delante tanto del equipo docente como del alumnado del Instituto donde ejerce la docencia con el objetivo de
admitir su error y, públicamente, declarar lo que jamás se debe de hacer: denigrar a
una persona.
Sería interesante que (Chica 2 – LOPD) (Chica 1, Chica 2 y Chica 3 – LOPD) Consorci d’Educació que (Chica 2 – LOPD), ejerciendo actualmente una actividad docente en la ciudad de Barcelona, me acosó emocional y psicológicamente durante
los dos años de Bachillerato y que por su culpa aún sigo arrastrando las secuelas
emocionales, anteriormente descritas. Además de estas tres chicas, hubieron cuatro
compañeras más que también participaban de este acoso. El resto de compañeros y
de compañeras eran conscientes de la situación que yo estaba viviendo, pero nunca
recibí apoyo alguno. Estas tres compañeras tenían, por así decirlo, manipulada a la
clase y en caso de que alguien dijera algo u osara alzar la voz contra alguna injusticia,
enseguida tomaban represalias.
(Chica 1, Chica 2 y Chica 3 – LOPD) y el resto de agresoras, que a continuación
mencionaré, fueron las responsables directas por las que estuve a punto de
suicidarme y de acabar con mi vida por el acoso psíquico y emocional que ejercían
sobre mí. Por este motivo, quiero poner en conocimiento de los poderes públicos y del
fueron, al igual que conmigo, muy irrespetuosas hacia la mayoría del profesorado. El modus operandi era siempre el mismo, ellas
intentaban provocar al profesorado hasta que este no pudiese más y estallase en
cólera.
Al profesor de Contabilidad General, le hicieron vivir situaciones verdaderamente
escabrosas, repugnantes y grotescas. Hubo un día en que lo acosaron de tal manera
que éste, a la desesperada, les llegó a decir “No tenéis vergüenza” y ellas continuaron
riéndose y mofándose delante de él.
Otra compañera, al igual que yo (Chica acosada – LOPD), lamentablemente, tuvo que
abandonar el curso de primero de Bachillerato porque también la acosaron. La
cuestión siempre era buscar a una persona para reírse y mofarse de ella. Necesitaban
ensañarse, reírse y burlarse de otros/as compañeros/as para satisfacer sus
necesidades de humillar a los/las demás. Fueron situaciones tan desesperantes y tan
inhumanas que era para ponerlo en conocimiento de las autoridades e interponer la
correspondiente denuncia, porque aquello era realmente inhumano.
En clase de Lengua y Literatura Castellana, una vez, hubo un ejercicio donde había
que averiguar una palabra y ésa hacía mención a “la persona que se le traba la lengua
al hablar”, la respuesta, evidentemente, era tartamudo. Los/las compañeros/as de
clase empezaron a reírse a carcajadas y la profesora, sabiendo que yo padecía
tartamudez, no fue capaz, al menos, de decir que no hay que reírse de los defectos de
los demás. A parte de adquirir conocimientos, desde las instituciones educativas,
también hay que hacer pedagogía de la tolerancia y el respeto hacia los demás. Tanto
la respuesta de la profesora de Castellano como la del profesor de Catalán fue la de
no intervenir y mirar hacia otro lado, para no verse envueltos en un problema.
El profesor de Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales, me humilló varias
veces, delante de toda la clase, cuando yo le solicité, en un par de ocasiones, una
revisión de examen. Una vez, al solicitar una revisión de un examen, porque no me
había puntuado un ejercicio, vino a clase muy enfadado, furioso y chillando nos dijo a
todos/as: “Devolvedme todos los exámenes que os he entregado, porque los voy a
volver a corregir”. En vez de corregir mi examen, se enfadó y, por orgullo, se lo pidió al
resto de los/las compañeros/as. Esto fue la excusa perfecta para que las compañeras,
como siempre, se metieran y se encarnizaran contra mí. Realmente, lo pasé muy mal,
en silencio y sin la ayuda de nadie. Una experiencia horrible y traumática.
Con el profesor de Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales, había que tener un
especial cuidado, porque cualquier tipo de discrepancia era motivo de conflicto y de
disputa. No soportaba que nadie le corrigiese y le costaba admitir que se había
equivocado.
Desde mi punto vista, como una persona menor de 18 años, en aquella época, el
profesorado, que tuve en el (Instituto – LOPD), era plenamente consciente de que yo
era claramente una víctima de acoso escolar, pero no tomaron las acciones y
decisiones oportunas.
Esta situación, la sufrí yo solo, sin la ayuda ni la comprensión de nadie, y yo me decía
a mí mismo que tranquilo y que los dos años del Bachillerato pasarían rápido, ya que
mi objetivo era obtener la mejor calificación para poder acceder a la universidad, lo
cual conseguí. Haciendo un balance de esto último: mi empatía, mi solidaridad y mi
apoyo a todas aquellas personas que tuvieron que abandonar sus estudios, otras
incluso se quitaron la vida, a causa de que sus compañeros les hicieron acoso escolar.
Sinceramente, muy triste, porque no se merecían haber vivido esto.
Años más tarde, en el 2009 y con el objetivo de tramitar el certificado de la
discapacidad superior al 33%, lo cual me aconsejó la Fundación Española de la
Tartamudez, volví al (Instituto – LOPD) para que la psicóloga, (Nombre de la psicóloga
– LOPD), me hiciese un informe explicando cómo me había condicionado la
tartamudez en el Bachillerato y, en la entrevista que tuvimos, le expuse claramente
que fui una víctima de acoso escolar durante los dos años del Bachillerato.
Después de casi 25 años, todavía tengo contacto con cuatro testimonios, un ex
compañero de clase y tres ex alumnos del (Instituto – LOPD), tres de éstos están
ejerciendo funciones en la Administración Pública y son conscientes y conocedores del
acoso escolar que sufrí.
Finalmente, con este testimonio, y doy gracias a Dios por no haberme suicidado y de
estar vivo para poder contarlo, solicito a los Poderes Públicos más recursos para la
detección y la prevención del acoso escolar, ya que la persona que lo ha sufrido puede
padecer secuelas de manera permanente y le puede provocar un trauma de por vida y,
sobre todo, que la víctima no tenga miedo de denunciar ni de avergonzarse de la
situación que está viviendo y que sin coacciones ni presiones diga con nombres y
apellidos quién o quiénes la están acosando. Contra cualquier tipo de violencia,
tolerancia cero y, sobre todo, apoyar y no dejar sola a la víctima.
Autor: Víctima anónima de acoso escolar.