¿Por qué cuando se dan casos de acoso escolar la víctima se queda sola?

¿Por qué algunas veces cuando se dan casos de acoso escolar la víctima y su familia se quedan solas?

Vamos a hablar sobre el acoso escolar psicológico y social, ese de las miradas desafiantes o de la burla, ese que, sin manifestarse apenas, consigue aislar a la víctima y dejarla sin compañeros de juegos en el recreo o a la salida del centro educativo. Y es que el acoso escolar físico, el violento, sí está plenamente identificado y condenado por la sociedad, pero no ocurre así con el tipo de acoso escolar psicológico y social. Como dijo en 2005 la Fiscalía General del Estado español … “Condenar a un menor al ostracismo escolar puede ser en determinados casos más dañino incluso que las agresiones leves continuadas. El acoso en su modalidad de exclusión social puede manifestarse en forma activa (no dejar participar) en forma pasiva (ignorar), o en una combinación de ambas”.

El asunto es grave, no es cosa de niños. Basta con saber que un 20% de los acosados acaban en intentos de suicidio, y un 16% de los acosadores también. Pero para mí el dato más alarmante es que el 91% de los acosadores no son conscientes de que lo son, o, siéndolo, no lo recuerdan como acoso cuando son adultos, sino como bromas. De esta forma, solo queda un 11% que recordándolo y sabiéndolo podrían pedir perdón a la víctima y de estos solo un 3% lo hace. La edad en la cual suele darse más bullying es de 12 a 15 años.

Así, en muchas ocasiones las víctimas de acoso se quedan solas, tratadas como débiles, sensibles o con problemas de sociabilidad, problemas que seguro han sido creados por recibir ese acoso y derribo. Por ejemplo, imaginemos una víctima que durante años ha sido el blanco de burlas por diferentes compañeros, de forma que una vez al mes se han burlado de ella, nunca se burla el mismo, el acosador rota y se va cambiando. Pues bien, para que se dé acoso escolar de forma típica, según la descripción de lo que es el acoso escolar, tiene que haber un acosador o acosadores que son superiores o al menos así se sientan, que tengan intención de hacer daño, que haya colaboradores y espectadores y que el entorno lo permita. Entonces, con todas estas premisas es fácil negar que hubo acoso escolar, por ejemplo, un coordinador de la Inspección Educativa de Castilla La Mancha me dijo que «un niño de 8 años no puede acosar con intención de dañar y que fiscalía nunca abriría un protocolo de acoso escolar a esa edad», a lo que dijo este coordinador le contesté que la cosa que no es cierta pues hay casos de acoso escolar a partir de los 4 años. Claro, la intención de hacer daño no será la misma con 4 que con 17, por ejemplo, ni se tendrá la misma consciencia del acto cometido, pero sí que saben a ambas edades si algo está bien o mal y sí que existe intencionalidad. Cabbe mencionar que si hay acoso escolar a los 4 años es porque los docentes están mirando a otro lado y no están vigilando, pues un niño a esas edad obedece a un adulto. Otras veces los bullies puedes decir que se gastaba solo una broma de vez en cuando, y resulta que mirando atrás esa broma, esa burla, duró años, y la víctima con el tiempo la recuerda como acoso escolar mientras el «bully» o no lo recuerda o lo recuerda como una broma aceptada porque la víctima no se quejaba, cuando la realidad es que no se quejaba por miedo, porque estaba paralizada, y solo quería que aquella situación pasase. En muchos casos el acoso no se detecta hasta pasado los años consecuencia de que la víctima se quita la vida y llega incluso a dejar una nota de despedida acusando a sus «bullies», o se puede dar que la víctima denuncia a los años por entender que aquello le afectó y mientras sucedía no era consciente. Algo parecido pasa cuando se comenten agresiones sexuales en la infancia que la víctima no es plenamente consciente de la gravedad de los hechos. Como mencioné antes, si un niño es maltratado en la escuela supongamos una vez al mes, por niños diferentes de forma que no hay un maltratador o maltratadores identificados, y pasan los años, es posible que crea que se merece ese trato y es posible que los maltratadores no se identifiquen a sí mismos como maltratadores. Mientras se da este maltrato nadie lo llama acoso escolar, lo llaman conflicto, lo que hace que no se aplique el protocolo contra el acoso escolar, sino el plan de convivencia que da más margen de actuación al profesorado y a la dirección del centro, digamos que depende más de voluntades cosa que no es buena pues el protocolo, con todos sus defectos, si se aplicase desde el inicio, podría funcionar si se aplica de buena fe y sin ánimos de justificar maltrato o mirar a otro lado.

Por eso muchas víctimas y sus familias denuncian que fueron acosados pasados los años de haber sufrido el acoso escolar, pues mientras, convencidos por el centro educativo y con poca información, han creído que eso que sucedía eran “conflictos” cosas de niños, pero al mirar atrás las víctimas empiezan a ver como aquello no fue normal, sino que fue un maltrato casi tortura durante años, y sin embargo pasó desapercibido para muchos docentes o miraron para otro lado por no darle importancia. Otro tema todavía no conocido del todo y que está en estudio es el daño que sufre un niño o una niña que sufre acoso en su mente. Solo la víctima sabe cuál es el nivel de ese sufrimiento y ningún adulto del siglo XXI puede ponerse en su lugar por mucha empatía que use, pues ser niño en estas décadas es diferente a haberlo sido antes. Para mi los jovenes de hoy no son una generación de cristal, al contrario, son una generación aparcada en las escuelas desde primeras horas de la mañana hasta la tarde para que sus padres puedan compaginar la vida laboral y familiar. Un niño de hoy ve menos a sus padres que un niño de hace 50 años. Internet lo ha cambiado todo, hay otras reglas de juego, el maltrato entra en casa a través de las redes sociales, la competitividad es pública y está más visto ser mediocre, el acceso a la pornografía a edades cada vez más tempranas está quitando la inocencia a nuestros niños y cada vez se dan más casos de agresiones sexuales a edades cada vez más tempranas. El machismo no va a la baja, al contrario, y es normal ver a chicos o chicas pidiendo a su pareja que le dejen ver con quién ha hablado, o donde ha estado, etc. Sobre la adicción de los teléfonos móviles no hablaré porque eso da para un estudio. Un consejo, no castiguen quitando el móvil a un adolescente. Ha habido casos de chicos que han llegado a matar a sus padres y a sus profesores por requisarles el móvil. Y no hablemos del futuro que les espera con la sociedad que les estamos dejando los adultos, esto también es otro tema que merece ser tratado. Hay muchas cosas por cambiar, mucho por hacer.

José Manuel López Viñuela. Perito Judicial Acoso Escolar, Gestión de Centros Educativos y CNV.